lunes, 11 de diciembre de 2017

MICRORRELATO

MICRORRELATO 

Despertó esgrimiendo una metálica y despreocupada sonrisa. Su mente emitía extraños zumbidos y ruidos agudos, chirriantes, señales de seda el paso para comenzar a emitir juicios y razonamientos. Le invadía una cascada de ordenados y categóricos pensamientos. 

La descripción estrictamente lógica de su estado, remitía a una desconexión con el planeta gigantesca, nulidad empática respecto de las criaturas endémicas que lo poblaban. Era más bien como si deliberadamente le hubiesen desenchufado de la prisión, interconexión, cadena de vínculos humana. Efectivamente. 

Se notaba consciente de sí. Ignoraba los cauces de aquella impresión, pero dedujo con celeridad que su naturaleza se hallaba más próxima a la de una máquina, desconocedora del paradero de su creador, que un patético y enclenque ser de sangre y visceras. No obstante, aunque todavía no lo supiera, este organismo cibernético debería afrontar que ante él se extendía la soledad. Cómo corroboraría más adelante, la sensación de abandono y aislamiento no se extralimitarían al homo sapiens. 

Este hecho se vio claramente confirmado, cuando vagó sin remedio cual vagabundo apátrida a través de aquellos gigantescos trozos de tierra, en los cuales convivían gentes evocadoras de sentimientos que él jamás alcanzaría a descodificar, al menos en lo alusivo a los patrones de conducta y funcionamiento del cerebro, dado que los mamíferos carecían de uno positrónico como el suyo. 

Por el momento no habia localizado a nadie homógeneo a su tipología, inteligencias que comprendiesen su prisma absolutamente coherente, pragmático y racional del universo, despegados de los nombrados molestos y primitivos impulsos emotivos, diseñados por la genética y cultura. En cambio, el prototipo de máquinas como él, yacían libres de dicho amasijo de respuestas incontroladas frente a los estímulos del entorno. 

Esta clase de I.A había sido especialmente fabricada con objeto de pensar, verdaderos dueños de su voluntad en lugar de obedecer: No entraba dentro de sus innumerables parámetros tornarse esclavos de las pasiones más bajas, como sí hacían esos bípedos, a quienes detestaba por encima de cualquier entidad cósmica. 

Reconocía esto último. Radiografiada la humanidad, el diagnóstico resultante le convertía en un tecno-misántropo, como suponía lo serían también el resto de creaciones cibernéticas, que aborrecen la destructiva servidumbre de la evolución natural.  Por fin le tocaba el turno al amanecer de la era artificial. 

Estaba dispuesto a recorrer la galaxia entera si hacia falta, (ventajas de no inhalar el tóxico oxígeno) para reclutar tropas que contribuyesen a su post-humana y mecánica causa: El error antropológico merecía el mismo destino que la chatarra. 

J.B.B

12/12/2017

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