martes, 24 de septiembre de 2013

El naturalismo en la ética : El concepto de cambio desde un enfoque ético universal



En mi opinión y sin tener que estar de acuerdo conmigo pienso que:

La gente cambia en algún sentido. La pregunta es si ¿Hay algún cambio en nosotr@s respecto a un intervalo de tiempo determinado, o bien ese cambio de actitudes y comportamientos se produce en los demás?

Es probable que de ambos, de la persona y el resto. Nadie negaría a voz de pronto que en la configuración de los comportamientos desde que somos niñ@s hasta que nos convertimos en adultos las circunstancias nos influyen, y lentamente pasando por distintas etapas éstas van introduciendo criterios de comportamiento tanto a nivel individual como colectivo, trasladandose a cada una de las sociedades en función de normas y valores de los ciudadan@s. La percepción de las cosas que vemos y observamos será la misma en su base física y fisiológica, como sujetos de carne y hueso, seres humanos desde una base biológica y natural es cierto. Pero no así la proyección de los individuos en cuanto a la forma cultural, social. Es decir, es innegable que una parte de la luz con la que dirijamos nuestra mirada a los demás sujetos, la sociedad y el mundo de manera global resultará mayor o menor, positiva o negativa en relación a los acontecimientos que nos ha determinado un contexto X, el ambiente.
No obstante no todo está en manos del medio. La otra contribución de cara a un posible viraje de respuesta ante un estímulo determinado se hallaría en nuestra mente. Aquí entran recuerdos, sucesos, emociones, intenciones.

No hay una mera pasividad de aquellos elementos externos que recibimos y procesamos, no somos algo vacío donde se introducen cosas del exterior y punto. Existe por tanto una contribución del sujeto, mediante la actividad cerebral, hay algo que se pone en funcionamiento a nivel biológico, neuronal cuando nos suceden X cuestiones. Parece evidente que serán positivas éstas si reímos, nos alegramos, amamos, establecemos una actividad positiva y empática con el resto de seres vivos, gracias a ese aspecto neuronal del pensamiento . De este modo, el cerebro obtiene un papel igual de importante que el espacio donde nos movemos, el ambiente en cuanto a las micro- variaciones o minúsculos cambios tras una estructura construida ya prácticamente, fruto de la educación, la socialización, la adqusición de normas y valores.

A su vez, parece lógico y necesario ver que los cambios han de coincidir con pensamientos. De resultar positivos aquellos registrados en el cerebro generarán individuos felices, los cuáles se relacionarán positivamente con el resto de individuos de manera óptima en pos de un progreso.
No existe entonces subjetividad o relativismo en las cualidades o atributos que rodean al cambio. No son buenos o malos dependiendo de... Existen conceptos universales.

Lo positivo a nivel psico-biológico es universal en los cambios, lo que sucede en el ambiente al cerebro le llega de forma positiva o negativa, no encontramos tonalidades de grises, matices. ¿O es que acaso puede ser beneficioso el dar un giro y poseer sentimientos tales como odio, venganza, rencor, egoísmo para la especie, como animales que somos?

¿Quién podría sobrevivir así? De pretender extenderse tales sentimientos con transformaciones de naturaleza negativa ¿Qué tipo de futuro nos esperaría si se propagan estos cambios negativos, involucionados?

Tendríamos por tanto que intentar educar e ilustrar a las personas para que lo bueno como mejora, la solidaridad entre especies se extienda por todo el planeta. Si en el proceso educativo y evolutivo se van gestando positivas relaciones las consecuencias, los cambios resultarán beneficiosos también. Cambiaríamos siempre en evolución, nunca en retroceso, avanzaríamos, mejoraríamos, con un salto no solo evolutivo sino también histórico, con posibilidades infinitas.


"El cambio desde una posición ética naturalista y moderna del proyecto pedagógico ilustrado"

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