sábado, 4 de junio de 2022

De la envidia

Únicamente me desharé de la envidia hacia los demás cuando no sienta envidia de lo que no soy yo. Como nombraba Unamuno, hay que desear ser uno y no otro, pues este que uno es, sujeto de carne y hueso, es único e incomparable. Tal es su riqueza, que inconsciente de su fortuna, la confunde con pobreza, porque la codicia—un rasgo bastante extendido entre los seres humanos—nos impulsa siempre a acumular más, y tal cosa vale para eso que llamamos yo, el yo individual que anhela un más allá de sí, una inmortalidad que se materializa en ese deseo de ser lo que otro es. Su alma busca la eternidad en algo fuera de él mismo, en lugar de lo correspondiente al conatus de Spinoza o "deseo de conservarse de todo ser". La piedra sabe que no será sino piedra.  

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