La felicidad es algo más que una reacción química, y hasta las amebas constan de neurotransmisores como la serotonina asociada a ella. La felicidad es plenamente subjetiva y cada quien albergará o percibirá la suya. Deberíamos meditar más esto y conferirle importancia a esos instantes especiales de nuestra vida, allí donde aparece de improviso la felicidad. No somos amebas y por eso todo lo que simulamos es más complejo, más hermoso y con un significado particular.
Más allá de eso, nada más que somos un haz de partículas caóticas y la química no vale un pimiento. Por otro lado, en lo tocante a las funciones biológicas básicas, apenas nos diferenciamos de una ameba y otros microorganismos. De ahí que la trascendencia de la felicidad dependa de ser conscientes de la nimiedad que somos cuando nos reducimos a la biología y la física. Podemos ser felices porque imaginamos ser algo más, aunque en la base no lo seamos. Esa es la grandeza de un goce consciente y que pone la vista en las estrellas del presente y del mañana.
"Más específicamente, la serotonina era una hormona vinculada a la autoestima, al reconocimiento alcanzado dentro del grupo. Pero por lo demás se generaba esencialmente a la altura del intestino y se observaba su presencia en muy numerosas especies vivas, incluidas las amebas."
Michel Houllebecq: "Serotonina".
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