Si no enumerase mis errores del pasado, el aprendizaje presente y futuro, con la respectiva plasticidad, carecería de todo sentido y la conciencia no sería más que una densa niebla. No habría ni Ser ni tiempo. Somos nuestros errores y nuestros aciertos, porque el yo es una ficción cerebral, consistente en ser-existir ilusoriamente para-en-el tiempo. La realidad es una construcción tan precisa y secreta del cerebro, que obviamos nuestro papel de arquitectos en ella.
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