miércoles, 5 de junio de 2019

CARTA A LOS POSMODERNOS

Carta a los posmodernos: 
Para que un razonamiento tenga validez, este debe ser absoluto. Si su validez es relativa no puede fundamentarse en nada (es vácuo), en tanto que otros argumentos y lenguajes opuestos a la proposición afirmada albergarán la validez absoluta, que se pretende refutar al negarse toda validez (esto comprende ya un absoluto). La medición cualitativa resultaría imposible y entraña un absurdo lógico. Cualquier elemento estaría inserto a modo de aceptación/permisividad, inclusive aquellos que atentan contra los argumentos esgrimidos. 
Muy distinto es referirse a una validez (contingencia) en un contexto concreto y definida por el mismo (pragmática), pero in situ no deja de contener un carácter absoluto para inferirse una posición a favor o en contra del enunciado expuesto/manifestado. 
Si carece de totalidad, no hay cabida siquiera para el reino de la posibilidad. Algo posible debe partir de un enunciado afirmativo o bien negativo resuelto y no una A y no A (contradicción)
Ilustremos lo anterior con los siguientes ejemplos:
¿puede ser posible que un sujeto sea presidente de un país y no lo sea al unísono? 
¿Es posible apoyar y condenar el procés de autodeterminación catalán? 
¿es plausible que se mantenga la justificación del aborto (con ausencia de excepciones) y en las siguientes líneas se lo desapruebe completamente? 
¿Cómo respaldar los derechos humanos, que me esmero en hacer notar, si concibo que es lícito que se lapide a las mujeres acusadas de infidelidad en los países musulmanes, alegando que hay respetar las costumbres de ese país con un tono progresista del nivel Pilatos (me lavo las manos con lo que pase y en consecuencia no debo juzgarlo) 
Aquí es donde la falacia de la ambigüedad se da de bruces con la realidad del lenguaje. 
Hasta las antinomias (ideas contrarias que no pueden probarse empíricamente, tales como el principio del universo a manos de un Dios frente al Big Bang) de la razón pura requieren de absolutos. La libertad es pensada en la ética y negada en la causalidad de las leyes naturales alusivas al conocimiento. Pero si atendemos bien, en sí el espacio delimitado la libertad en la ética (razón práctica) no puede mutilarse si se ha predispuesto como condición de posibilidad de acción -autonomía. De acuerdo con Kant, no vale decir "Es relativo ser libre en una situación concreta y determinado en el resto de circunstancias y viceversa". 
Tampoco el Übermensch (superhombre) nietzcheano se entregaría a renovar sus valores y volverlos a retomar seguidamente, aduciendo que es relativo lo que se entienda por transvaloración, cometiendo con ello un homocidio contra sus propias convicciones. El absoluto es condición sine qua non (necesario) de la validez. 
Voy más allá: 
La negación perpetúa en la compleja estética de Theodor Adorno no deja de responder a una resistencia equiparable a validez absoluta ¿cómo podría el pobre Adorno contentarse con reivindicar el sufrimiento en el arte y la conciencia de la barbarie en la estética de lo feo (lo negro), publicitando discursos favorecedores de la industria cultural, alentando al empleo de colores alegres y la promesa de felicidad, junto a la traición a su estilo hermenéutico, pasándose al bando analítico, la claridad tan repudiada por él? 
A propósito de la estética ¡¡¡No señores!!! En el arte tampoco tiene plaza la contradicción. A la hora de jugar con que algo sea y no sea (caso de la pintura de Magritte-"Cesi n‘ est pas une pipe"), estamos en realidad negándolo, en tanto que el no ser cobra más fuerza/preponderancia que el ser. El arte de tendencia nihilista se regodea en su gusto por la ficción de la nadería, la antítesis para acometer una embestida a la realidad (renuncia a la adaptación). No obstante, por mucho que nos esforcemos en omitir el mundo, estamos en un absoluto, en la omisión. Es inimaginable una sociedad, universo y sociedad coexistiendo en el mismo punto que su ser negativo. Lo lamento. 
En cuanto la incertidumbre, lo inesperado, nada tiene que ver con este asunto, debido a que todavía no ha acontecido y la posibilidad de ser no está definida. De esto en cambio no derivamos que no haya un futuro absoluto (ocurrirá un fenómeno u otro), puesto que cuando tenga lugar se materializará con objeto de esculpir su existencia. 
Pongo término a este escrito trayendo el pensamiento del filósofo alemán y discípulo de Heidegger, Häns Georg Gadamer. La reinterpretación constante no conlleva la pérdida del absoluto momentáneo. En este momento, interpreto desde mi horizonte histórico (círculo hermenéutico) que el texto leído me genera unas ideas. A pesar de que estas se transformen con una nueva lectura, en este momento, es la validez del absoluto el que permite vehicularlas e inteligibilizarlas mediante el lenguaje. El diálogo o debate con el otro, a su vez debe ser absoluto en lo respectivo a sus premisas. De lo contrario ¿qué visiones se van a confrontar o cuestionar? 
"Yo opino que tanto tú como yo estamos en la razón y el concepto u objeto hablado y tratado será siempre relativo, sin validez absoluta". Con base en esto, todos los seres humanos deberíamos poner en práctica este imperativo: 
Consentir plácidamente ante un discurso, no importan las circunstancias ni el carácter del contenido. Finalizo con un interrogante ¿En que nos separa esta armonía buenrollista de una dictadura y evita un abocamiento a la barbarie? 
J.B.B

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